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sábado, 8 de febrero de 2014

Una leyenda para la Candelaria

Como cada año, hemos subido a la Placeta de la reina a pasar la Candelaria con nuestros amigos. Aunque no podamos encender hogueras como antiguamente, seguimos juntándonos con la familia y lechar el día.
Tras una mañana de juegos tradicionales y no tanto, por la tarde nos fuimos de aventura siguiendo una hoja de ruta llena de leyendas, pistas, actividades... hasta encontrar un tesoro.

 Un paseo con historia
La tarde del 2 de febrero de 1514 tres jóvenes amigos de un pueblo cercano llamado Albolut hacían su última excursión al monte. Se veían obligados a separarse y quizá no volverían  a verse nunca más.  Esta tarde recorrerían la zona que llamaban La Umbría de las Garras.

Este es el grupo morao iniciando su aventura
  El terreno, lleno de rocas y cambios de altura se prestaba a sus juegos y habilidades en el campo pero esa tarde se limitaban a saborear los olores de las plantas después de la lluvia del día anterior y a intentar guardar en sus ojos las formas de aquel camino.

Aventura, tesoro, pista, reto, leyenda... palabras que prometen un buen rato
  ¡Cuántos ratos habían pasado en esta pequeña cueva, cuantos recuerdos! Delante encendieron una candelaria; una pequeña hoguera entre piedras, propia de los pastores de la zona y estuvieron mucho rato mirando sus llamas. Algunos creían que aquellas candelas de febrero tenían el poder de quitar el frío del cuerpo y de hacer realidad los sueños. Cuando el fuego se apagó decidieron intentarlo. La magia parecía la única forma de mantenerse unidos. Antes de seguir su camino dejaron un mensaje.
La cueva no defrauda a nadie; pero sobretodo los más pequeños flipan
 " Por el calor del espíritu de la candelaria, todos aquellos que dentro de 500 años encuentren este mensaje, y sigan el  camino que vamos hacer esta tarde, encontrarán nuestro tesoro".
El mensaje se perdió en el tiempo; menos mal que venía "la sabionda del pelo blanco" y nos dijo que ponía

Frente a la cueva estaba “la cuerda”. Sus corazones dieron un salto. Era la misma cuerda que habían utilizado sus padres y sus abuelos en sus juegos, la que según decían estaba custodiada por el espíritu de un hombre del futuro. En ese momento creyeron realmente que esa cuerda estaría allí para siempre.          

Encontramos al hombre del futuro tumbado; se ve que 500 años sujetando de la cuerda lo tenían listo... o que el día anterior fue sábado.
 Después de cruzar la loma de los pinos, encontraron la vaguada de los Chaparros. Las pequeñas encinas estaban protegidas del viento del norte en aquella vaguada y sintieron un poco de envidia; pero ellos no eran encinas, ellos eran seres humanos y tenían un propósito.
Durante un rato unimos nuestros esfuerzos y conocimientos con el grupo marrón... pero, al final, terminamos tan perdidos como ellos
En el pinar de enfrente jugaron a escribir palabras; cada uno en su idioma:árabe, hebreo y castellano. Estaban seguros de que las palabras escritas también tienen poder.
No pudimos subir a la garra grande; aunque esta pequeña uña nos dio bastante diversión
 Al salir del pinar se encontraron con la zona que más les gustaba y la que más disgustos les había dado: Las Garras: unos promontorios de roca que, como un gran zarpazo, hendía la tierra, sembrándola de rocas, honduras y sustos.  

La sabionda volvió a tomar la palabra para contarnos de encinas y pinares, piedras y señales. 
 Después de tantas excursiones juntos conocían cada una de las rocas, de las cuevas, de los árboles… pero quizás las gentes del futuro no estarían tan acostumbrados a deambular por el monte. Así que se entretuvieron en dejar muchas señales y aprovecharon para esconder las llaves de su tesoro.

La visión de las tetas de la reina fue una visión de lo más estimulante para todos. Una especie de climax que se junto con la sensación de triunfo que te da la altura, el placer de un sorbo de agua y la proximidad del tesoro 
 Durante un buen rato estuvieron subiendo, campo a través, entre laderas y peñas hasta que llegaron a una pequeña loma desde la que se divisaban dos montañas gemelas que siempre les habían fascinado. Merendaron junto a una pequeña candela apagada y descansaron un rato.
 
Aquí debemos esperar a los exploradores. Las dudas sobre el camino correcto propician el arrojo de los más valientes
 Continuaron campo a través hasta encontrar un pequeño sendero que subía desde la derecha y que les llevaría directamente hasta La torre vieja. La pendiente les mantuvo cayados; pero al encontrar la antigua torre, los tres se pusieron a hablar a mismo tiempo. ¿Cómo harían comprender a los aventureros del futuro lo que les unía, lo que hacía volver una y otras vez a recorrer aquel pequeño monte cercano a su pueblo?

Por fin terreno conocido. Ya casi estamos y hasta el perro no para de buscar
 La subida por la senda fue alegre y llena de esperanza. Ya solo les quedaba regresar por el camino grande hasta los pinares donde se reunirían con sus respectivas familias; pero aun les quedaba una tarea por cumplir para que el poder de la candelaria les hiciera viajar en el tiempo y reunirse una vez más y, con la ayuda de las gentes del futuro, para siempre.
Pero antes tuvimos que hacer nuestra propia magia de la Candelaria. Al final hubo tesoro para todos. Si quieres el tuyo solo tienes que venir a la Candelaria y hacer el paseo.

Cuando llegaron a la explanada de los pinares encendieron una pequeña candela  y unieron sus deseos a las llamas, como amigos, como vecinos, como hermanos de aventura... estaban seguros de que era el momento de dejar su tesoro. Lo dejaron a la vista, enganchado a los árboles, a la altura de los ojos, confiando en que allí permanecería por quinientos años, amparado por el poder de la candelaria de febrero hasta que las personas del futuro lo encontrasen... como realmente pasó.